miércoles, 20 de enero de 2010

Del salón de plenos al pleno de salón


El toreo de salón es aquel que se practica sin toro. En el que el diestro muestra sus mejores lances sin riesgo alguno, ante la única presencia de un carreto, un ayudante o simplemente el aire.

El salón de plenos es la representación máxima de la democracia. Es el lugar en el que la principal institución democrática, el pleno, ya sea municipal, provincial, regional o nacional, se reúne para debatir los puntos de relevante interés para la ciudad y tomar las decisiones oportunas que afectan a sus representados.

Sin embargo parece que algunos se empeñan, en ocasiones, en cambiar el orden de las palabras, y así, el sentido de la institución, y en lugar de acudir al salón de plenos se dedican a realizar plenos de salón, es decir, políticas sin riesgo ni compromiso, de recortes y lujos personales, enfocadas tan solo a agradar al personal.

Para esta falta de respeto democrático basta servirse de un argumento populista y buscar que la opinión pública entre al quite, sin peligro alguno. No se asumen riesgos, ante una afición entregada, que lo único que ve es el lance sin imaginarse al novillero ante un morlaco real.

Esta ha sido la última propuesta de la oposición y la socia de gobierno en el ayuntamiento de Plasencia. Una serie de recortes y pases, adornados con mentiras y tergiversaciones, efectivistas pero sin riesgo, dirigidos tan solo a enardecer el ánimo de sus acólitos, con paseillo final a hombros de la irreverencia y la ausencia de respeto hacia el pueblo al que representan.

El pueblo necesita valientes. Personas dispuestas a enfrentarse a un problema real y que aporten soluciones, y no puristas de salón, con políticas ficticias, que busquen sólo el aplauso del respetable.

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